La persona en la actualidad,
sobre todo en la cultura occidental, ha dejado de lado en gran parte la
participación en la política, e inmiscuirse en la incidencia en las decisiones
de gobierno; fenómeno ocasionado por una serie de factores sociales,
económicos, y políticos que provocan un sentimiento de apatía; este problema en
parte está determinado por el modelo democrático en que se basan nuestros
Estados.
Es
un hecho innegable que las personas en general tienen un alto sentimiento de
apatía a la política, no es un problema meramente nacional, si no que aqueja
tanto a países “subdesarrollados”, como a las gigantescas potencias económicas.
Lo podemos ver altamente reflejado en la dinámica del movimiento estudiantil
dentro de la universidad; donde las personas que se involucran en los procesos
federativos y asociativos son realmente escasas tomando en cuenta la totalidad
de la población estudiantil; viendo los índices de participación total de
electores cada vez que se realizan las elecciones federativas.
¿Qué
ocasiona este fenómeno en particular? Y ¿Cuáles son sus verdaderos alcances
dentro de una sociedad? En síntesis podemos decir que en gran parte la apatía a
la política viene siendo un producto de múltiples problemáticas a nivel social,
que convergen en un resultado y es la renuncia del ciudadano en la
participación activa en la vida política del Estado del cual es parte. Pero
cabe resaltar, ¿Es realmente participación política el celebrar una “fiesta”
electoral cada cuatro años, sacando a flote sus colores electorales, salir a la
calle pegar gritos con la bandera que resalta su preferencia política y
finalmente desembocar en la emisión del voto? Pienso que esa concepción es
simplemente lo que nos venden en los malhechos libros de cívica del colegio. El
sentimiento de aversión de las personas a la política debido a los constantes,
continuos, descarados, y cotidianos actos de corrupción de las personas que
ostentan los puestos públicos de representación y los de jerarquía de las
entidades públicas; es la imagen principal por la cual se achaca la no participación
en las personas; pues genera una gran pérdida de “fe” en esa esfera; que más
que un derecho, considero que es un DEBER del ciudadano participar
activamente en la política.
Esa
mala imagen generada a partir del acontecer cotidiano no es la única causa,
aunque es la inmediatamente perceptible por la generalidad; pues debemos
señalar una causa de suma importancia, la pésima educación (tanto a nivel de
escuelas y colegios privados, como de los públicos) con respecto a la formación
política, puesto como me referí anteriormente se le vende la idea al niño y al
joven que la vida política simplemente es ir a votar, y que ser buen “patriota”
(ciudadano) es saberse los símbolos nacionales, el himno y la patriótica
costarricense…Pues es totalmente incorrecto, los jóvenes de colegio están en la
capacidad de poder asimilar textos clásicos como “El contrato social” de
Rosseau como para poder forjar su propia opinión sobre cuál podría ser una
correcta formación del Estado, y como debería llevar a cabo su gestión;
plantearse maneras de iniciativa de participación política en sus comunidades;
puesto que la participación política implica la efectiva incidencia en la toma
de decisiones en un Estado; de no tenerlos, crear las circunstancias necesarias
para obligar al Estado a brindarlos.
Encadenado
a la mala educación va la decadencia cultural de la cual somos partes por el
bombardeo que nos propicia la globalización y una sociedad basada en el hiper-consumo;
donde cada vez adoptamos costumbres de otras localidades, y vamos perdiendo
nuestra identidad social; prefiriendo ver un programa de televisión como
“C.S.I” o alguna novela mexicana, a agarrar un libro para aumentar nuestra
visión de la sociedad que nos ayude a enriquecernos para poder aportar ideas
atinadas sobre temas de importancia en el acontecer nacional, poniendo un
ejemplo al problema de la C.C.S.S. y ser menos pasivos e indiferentes ante
estas situaciones que afectan sobre todo, y en mayor medida a los sectores
económicamente desfavorecidos. De ello se puede sacar la indiferencia del
ciudadano a luchar por las conquistas sociales que a sus antecesores les costó
sangre y gran trabajo el poder edificar; para que los políticos de turno, los
cuales todos atienden a las necesidades de los sectores económicos dominantes,
destruyan y vendan por partes la seguridad social que tanto nos costó
consolidar (o al menos lo poco que nos queda de ella).
La
desinformación reina en estos días, y más aún peor, la información manipulada
por los medios de comunicación vendidos a esos grandes explotadores y
productores de cantidades exorbitantes de capital concentrado en unos cuantos;
la impunidad de las grandes empresas en temas fiscales y laborales llega a niveles
realmente absurdos; y aún así caemos en la trampa de la imagen montada de que
son los trabajadores los culpables de las crisis financieras, debido a sus
altos salarios y pluses; además a la mala gestión e ineficiencia de las
entidades públicas; ineficiencia ocasionada por los mismos jerarcas que ponen
los políticos de turno para que deterioren mediante pésimas gestiones, como
gastar 4 millones de dólares en un arreglo de un puente que duro solamente un
año; o la compra de medicamentos a 400% su valor real argumentando una
“emergencia”, cuando tal médicamente no ameritaba tal urgencia; o el no cobrar
las deudas multimillonarias a empresas económicamente fuertes provocando así
grandes déficits en las arcas del Estado.
Cabe
agregar que en la manera que nuestros sistemas políticos están entrelazados con
el sistema económico actualmente vigente (capitalismo), no da los espacios
pertinentes a las personas para que puedan formarse, ni tener el tiempo para
ejercer sus deberes políticos plenamente; ya que nos regimos por principios de
“oferta” y “demanda”, donde tiene que haber “rentabilidad” en los negocios de
las empresas, consecuentemente imponer jornadas agotadoras estirándolas lo más
posible a la mayor cantidad de días a la semana; sumándole las tareas del hogar
que se deben realizar fuera de horario laboral; dejando tras sí una persona sin
ánimos de siquiera agarrar un libro para fertilizar su criterio político, o
siquiera leer un diario para mantenerse al día con el acontecer nacional e
internacional.
¿Por
qué digo que la participación política es un deber y no un derecho de las
personas? Las consecuencias de la pasividad de una persona afectan enormemente,
la indiferencia en dicha esfera de la vida tiene consecuencias más allá de lo
que podemos observar, o realmente son visibles pero ignoramos simplemente lo
que pasa a nuestro alrededor; el costo de la vida, la destrucción del ambiente,
el aumento de la inseguridad, mayores índices de desigualdad, entre otros;
pasan porque decidimos simplemente levantarnos, trabajar por salarios de hambre
o vivir plácidamente con el ingreso que me permite darme una vida de cierto
nivel de consumo por encima de los demás sin importar a costillas de quienes.
La ignorancia e indiferencia en el plano político no es para nada mal visto por
nuestros gobernantes, de hecho es lo que más anhelan, para poder hacer y
deshacer en sus gestiones cuanto les venga en gana; por ello como el que una
persona tenga el deber de respetar la vida de otra, y al cometer homicidio está
faltando a su deber de convivencia en una sociedad y está afectado el orden
social; el que una persona no participe activamente en la política afecta a los
demás integrantes de la sociedad en el tanto que permite los abusos y
atrocidades que suceden día tras día en nuestra realidad, y manejamos con tal
nivel de indiferencia creyendo que no es nuestro problema o la situación
simplemente es inmutable, sin gastar esfuerzos siquiera por ver de qué manera
cambiar el esquema que se nos presenta.
Pero
como apuntala el título “sistemas representativos o directos”, pues en teoría
vivimos en una democracia representativa, donde las personas votan y el pueblo
delega su soberanía en aquel grupo de personas que “representa” sus intereses.
Situación altamente cuestionable, pues como decimos, “de la teoría al hecho hay
bastante trecho”; pues nuestra realidad material no nos ha enseñado otra cosa
que los representantes no representan otra cosa más que sus propios intereses
por encima de los de su pueblo; ni siquiera de sus electores porque
independientemente de quienes votaron a favor de esa persona, ciertamente tiene
que atender las necesidades del conjunto entero del pueblo.
Mirando
hacia atrás, el Estado no surgió para que el soberano instituido como tal
promoviera una vida de paz, seguridad, y bienestar en su pueblo; puesto que
hubo un extenso proceso histórico desde la primera organización social que es
la familia, pasando por los diferentes modelos de sociedad así explicado por
Frederich Engels, donde en determinada etapa de la historia de la humanidad se
originó la propiedad privada y el excedente, trayendo consigo la división de
clases de una minoría explotadora y una mayoría explotada; haciendo así
eminente la necesidad de un tercer poder que se edificara sobre esas dos clases,
con el fin de asegurar la ventaja que ostentaban los que poseían el poder
económico; siendo así el instrumento de la represión el más efectivo para
evitar las sublevaciones y en caso de haberlas, poder sofocarlas; instaurando
leyes para mantener el orden civil de los sometidos y concentrar el poder de
los aventajados.
Tomando
en cuenta la forma en que surgió el Estado, ¿De qué manera podemos decir que el
Estado está en función del interés general, y no del interés de los
particulares poderosos? Pues mientras el propio pueblo siga actuando de manera
tan pasiva, y no cambie su modelo político-económico, traduciéndose en la
manera de producir su bienestar; la fiesta para los ubicados en las esferas
altas de la pirámide social continuará sin ningún impedimento. La manera en que
podemos iniciar a realizar el cambio es comenzando a formarnos políticamente,
empezar a participar en la vida política; pues no hay mejor manera para
representar los intereses del pueblo, que este vele por sí mismo; pues es hora
que empiece a asumir la responsabilidad que acarrea la toma de decisiones; en
otras palabras poder incidir en el rumbo que toma un gobierno, en cómo se va a
realizar las gestiones para resolver los problemas que enfrenta la sociedad.
Está
en manos de las personas en su conjunto, como sociedad el poder cambiar el
esquema que se vive actualmente, los graves problemas de gobierno, reside en la
organización del pueblo mismo, y empezar a dejar de lado la indiferencia, y el
miedo a ser responsables por la toma de decisiones, por considerarnos incapaces
o no aptos para poder gobernar; debido a que debemos empezar a dejar de ceder
nuestro poder a unos cuantos “representantes”, y ejercerlos nosotros mismos;
pues si es posible un modelo democrático real, donde la participación del
ciudadano sea directa atendiendo a los intereses y necesidades reales de la
población; si bien el reto es inconsistente hacerlo de golpe; pero
progresivamente, mediante la apertura de espacios políticos para la
participación más fuerte de la población en las decisiones del gobierno; y una
correcta formación política de las personas, pueden ir tornando la balanza a
favor de una forma verdadera de gobierno.
Notas.
1.
Frederich Engels
era un filósofo, teórico político, sociólogo de Izquierda, de origen Alemán que
nació en 1820 y falleció en 1895, colaborador de Karl Marx y coautor del
Manifiesto Comunista; autor del libro “El origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado” en 1884.
Aporte de JC. Estudiante de Derecho, UCR.